Saturday, November 24, 2007

AGRADECIMIENTOS Y PROLOGO DE GABRIEL LOPEZ


Agradecimientos


A Virginia, por haber soportado este calvario con dignidad y fortaleza. Eres una mujer de los pies a la cabeza. Gracias por tu cariño y ayuda. Estoy y siempre estaré, muy, pero que muy orgulloso de ti.
A mi padre por haber luchado hasta la muerte porque se hiciera justicia.
A mi abuela Elisa, a la que nunca volveré a ver.
A mi madre, hermanos, cuñada y dos sobrinitos a los que todavía no conozco, aunque os quiera muchísimo.
A mis buenos amigos de Valencia: Marisa y Roberto, Lola y Marcos, Begoña y Julio, Mati, Ricardo, Yolanda y Enrique, Juanjo, Juanma, Paco, Carles, Cholo, Santi, Franjo, Vicente, Domingo, Rafa, Jorge, José, Toni, Paco, Vicente, Inma, Hermi, Lucía, Marcela, Mª Ángeles y Celia. De Segorbe, Castellón: Teresa, María, Matilde, Vicen, Nico, Emilio, Juan y Pepe. De Alicante: Paco, Paquito y Mariano. De Albacete: Mari, Macarena, Sandra, Rocío y Toni. De Ávila: Pilar y Mamen. De Madrid: Emilio, Fernando y Manolo´s. Muchísimas gracias a todos por haber estado siempre ahí, no lo olvidaré nunca.
A aquellos funcionarios del centro penitenciario de Picassent que han hecho más fácil mi estancia, especialmente a Mª Carmen, Maite, Luis Miguel, Ángel, Luis, Vicente, Manolo, Antonio, Enrique y Chimo. Que sigáis siendo tan profesionales y humanos.
A los guardias civiles que he conocido aquí. Vuestro saber estar hace que cada día me sienta más orgulloso de contar en España con un cuerpo tan competente cómo la Benemérita.

Sin excepción, a todos los compañeros con los que he compartido gran parte de mi vida en prisión. Que tengáis siempre mucha suerte y salgáis pronto. ¡Ah! ¡Y portaos bien ahí fuera! ¿Vale?
A los compadres del centro penitenciario de Picassent, que me han dado Autor: Clientesus buenos consejos en la planificación de este libro: Pablo, Tomás, Pepe, Gerardo, Hugo, Joaquín... y también a aquellos que no queréis que cite vuestros

nombres. Gracias por aguantarme y deseo de corazón que estéis dentro de poco junto a los vuestros.
A Antonio Salas y Belén López, por brindarme la oportunidad de contar mi historia.
Y a todos y todas los que lucháis dignamente por un ideal.



Prólogo por Antonio Salas (nombre real Gabriel López)

<>. Así le denominaban, injusta e inapropiadamente, algunos de sus compañeros cuando ingresó en la prisión de Picassent. Hace pocas semanas, fue trasladado de cárcel, pero continúa cumpliendo condena.
Crespo recuerda más de 20 años de servicio a la extrema derecha española, desde aquel ingenuo <> que le ordenó su jefe local de Fuerza Nueva (arrancar la placa de una academia de inglés en Valencia), hasta fabricar bombas para utilizarlas contra los que consideraba <>. En ese tiempo ha visto caer a muchos camaradas. Ha presenciado asesinatos, ha sufrido el suicidio de varios de sus compañeros <> y ha perdido también a buenos amigos a manos de sus adversarios en atentados antifascistas. En definitiva, se ha acostumbrado a tener la muerte cerca, presente en su vida. Y le ha terminado perdiendo el miedo. Quizá por eso ahora se ha decidido a hablar.
Mucho cambiaron las cosas desde que un adolescente Juan Manuel Crespo ingresó en las filas d la extrema derecha, siendo poco más que un niño. Aún recuerda con añoranza la ilusión que le hacían los autógrafos que le firmaba Blas Piñar en cada nuevo mitin político al que asistía; y que conservaba con la misma devoción con la que su hija recogería ahora un autógrafo de David Bisbal.
Autógrafos que Crespo colocaba en el santuario fascista en que se había convertido su habitación de adolescente. Un altar que construyó sobre su cómoda y que llenó de fetiches ultraderechistas, con la presencia inevitable de Franco, Primo de Rivera, Muñoz Grandes, Queipo de Llano, etc. En aquellos días proclamaba la máxima de moda entre los jóvenes ultras españoles con total devoción: <>.
Juan era demasiado joven aquel 23-F, que siguió ilusionado en los informativos nacionales: <>, escribe. Y yo le creo. Con el tiempo terminó manteniendo una buena amistad con Tejero, y sé que, de haberse dado la circunstancia, habría puesto su revólver del calibre 38 reglamentario al servicio del ex guardia civil.
Pero el fracaso del <> lo pilló demasiado joven, así que tuvo que conformarse con participar en otras acciones violentas. Muchas y muy variadas. Desde la confección de bombas contra las librerías y sedes de movimientos izquierdistas hasta la represalias contra cines que proyectaban películas <> como <>, y contra los espectadores que osaban ir a verlas…
Crespo no es sólo un teórico de la extrema derecha. Fue uno de los ultras que vigilaba, desde un piso clandestino alquilado para tal fin, las estatuas de Franco para protegerlas contra las hordas antifascistas, y el primero en encabezar los comandos violentos que apalizaban a rojos, <>, <>, etc., que osaban profanar el nombre del Caudillo; preparó artefactos explosivos, a base de clorato potásico, gasolina y ácido sulfúrico, contra los furgones policiales; participó en atentados contra líderes carismáticos como Santiago Carrillo; y desde que unos camaradas nazis de Cedade le proporcionaron su primera pistola (para asaltar la sede comunista en Valencia, y que terminó disparando para proteger a su compañero nazi en la incursión), se familiarizó con las armas de fuego.
Convivió muy estrechamente con toda la extrema derecha española, y terminó siendo el presidente de Falange Española- Frente Nacional Sindicalista. Conoció a personajes tan emblemáticos como el general León Degüelle, Eric Norling, Pedro Varela y toda la cúpula de Cedade. Pasó revista a las tropas de Patria Libre, en los campamentos paramilitares de El Escorial, al lado de su amigo Eduardo Arias. Compartió confidencias y proyectos con Ricardo Sáenz de Ynestrillas, y fue uña y carne con algunos de los principales protagonistas de mis libros Diario de un skin y El año que trafiqué con mujeres. De hecho, vistió el uniforme de una controvertida empresa de seguridad valenciana, durante más de 30.000 horas, entre 1988 y 1997, como demuestra su vida laboral.
Asistió a reuniones secretas de la extrema derecha española, donde se prepararon atentados de todo tipo; como, por ejemplo el de 1985 en Valencia. Él fue quien organizó la logística para el tiroteo contra la fachada del teatro Princesa, donde Els Joglars ofrecían su satírico espectáculo Teledeum. Atentado que sustituyó la propuesta inicial de asesinar a Albert Boadella, sugerida por un viejo conocido mío de la extrema derecha valenciana.
Nunca tuvo ningún reparo en mancharse los nudillos de sangre, a la hora de defender lo que consideraba sus ideales. Como tantos otros jóvenes ultraderechistas hacen en la actualidad.
Sería difícil enumerar cuántos puñetazos, patadas o golpes ha propinado. Ni siquiera él mismo recuerda en cuánta <>, palizas o peleas ha participado, en compañía de sus camaradas, tanto nazis como ultraderechistas, fascistas o falangistas. Pero sí recuerda el punto de inflexión en su trayectoria violenta. Aquel hombre inocente, a quien persiguió a patadas y puñetazos hasta destrozarlo, en presencia de su propio hijo.
Ni siquiera los gritos del sacerdote, que vio interrumpida la misa por aquella despiadada paliza, uniéndose a los del niño, conseguían acallar las voces interiores que dirigían los puños de Crespo. Como ninguna voz externa puede acallar el odio de un violento cuando se deja llevar por la furia. Por eso es tan importante que ultras, nazis y fascistas puedan escuchar ahora la voz de uno de los suyos. A él quizá le escuchen.

Crespo es un personaje muy conocido dentro de la extrema derecha. Todos los veteranos, desde Blas Piñar a Pedro Varela, conocen su nombre, y lo temen. En estas páginas sabremos por qué. Pero quizá los más jóvenes, las nuevas generaciones que han llegado en los últimos años, mientras él cumple condena en la cárcel, ignoren quién es, y qué ha vivido, Juan Manuel Crespo Ortiz.
Algunos de esos jóvenes fascistas que están llegando a la extrema derecha en el siglo XXI se niegan a creer la visión que yo transmití en mi Diario de un skin y El año que trafiqué con mujeres de cómo sus líderes los manipulan. Menosprecian las <>. Pero ahora no soy yo quien se dirige a la joven extrema derecha. Es uno de ellos.
El mismo Juanma Crespo que aceptó a jóvenes skins en la delegación provincial de Falange que dirigía. El mismo que disfrutó del Bernabéu o del Mestalla con los camaradas de Ultrassur o de Yomuss. El mismo que proclamó la <> desde infinidad de manifestaciones y mítines políticos. El mismo que empuñó las armas, a veces de fuego, en la lucha que consideraba <>. Y además, el mismo que ha renunciado totalmente a los derechos de autor de este libro, para que nadie vea en su confesión pública un afán de lucro.

Creo que su voz si la escucharán. Con asombro. Con perplejidad. Al descubrir la trastienda de un movimiento, tan idealista como obsoleto, del que nunca les han hablado líderes como Ynestrillas, Blas Piñar, Pedro Varela, León Degrelle, etc.
También se asombrarán los famosos que han conocido a Juan Crespo durante los años que trabajó de escolta y agente de seguridad en los platós de televisión. Desde Alejandro Sanz hasta Ricardo Bofill o Paulina Rubio, descubrirán un lado desconocido de aquel apuesto y simpático agente de seguridad que les sirvió de cicerone en la noche valenciana.
Y, sobre todo, se asombrarán sus compañeros de módulo, en la prisión donde cumple condena, al descubrir el insólito pasado de su compañero de celda. Aquel que se escapó de los juzgados, saltando por la ventana, para permanecer varias semanas prófugo antes de ser nuevamente detenido. Aquel <> que protagonizó dos peligrosas huelgas de hambre para reivindicar su inocencia en el delito por el que lo condenaron, aun confesándose culpable de mil delitos anteriores.
Yo no sé si es inocente o no. Además eso tampoco importa. Crespo sabe que la sentencia es firme. Lleva años en prisión y nada cambiará las cosas. Pero su confesión pública, las memorias de su vida ultra, son un verdadero tesoro histórico.
No sólo porque ha vivido, desde las mismas entrañas de la extrema derecha, la evolución del movimiento ultra en España, conviviendo con todos sus protagonistas. No sólo porque ha sido compañero, camarada, amigo o confidente de todos los personajes relevantes en el fascismo, el nazismo y la ultraderecha en España. No sólo por su

relación con Tejero, Ynestrillas, José Luis Roberto, Piñar, Varela o hasta los asesinos de la matanza de Atocha, sino porque su ingreso en prisión ha ampliado de forma colosal su perspectiva sobre la violencia justificada con fines políticos, desde uno u otro extremo.
Nadie podía haber profetizado que, con los años, <> terminaría conviviendo y estrechando amistad con uno de los GRAPO que preparó el atentado bomba contra Juan Crespo y sus compañeros en la plaza de Oriente de Madrid, a mediados de los años ochenta, abortado a última hora por la policía.
Nadie podía imaginar que compartiría celda con los negros, moros, sudacas, maricones, traficantes o violadores, <> de su causa.
Pero sobre todo, nadie habría podido siquiera soñar con que aquel violento activista de la extrema derecha, que atentó contra sedes de ultraizquierda, que realizó incursiones violentas en Euskadi y que se manchó la ropa con la sangre de jóvenes abertzales, terminaría celebrando el Aberri Eguna (el Día de la Patria Vasca) en la celda de algunos de los etarras más sanguinarios de la historia de España. A cambio, eso sí, de que los etarras celebrasen con Crespo el Día de la Hispanidad en su celda de la misma prisión.
Ésa es una de las paradojas, de las anomalías políticas que sólo pueden ocurrir entre los muros de la cárcel. Un universo muy pequeño que obliga a sus habitantes a interrelacionarse entre sí, les guste o no. Y ante esa imposición del destino, los enemigos acérrimos, como fachas y etarras, pueden hacer sólo dos cosas: intentar matarse o intentar comprenderse.
Crespo es un hombre muy inteligente. Por eso llegó al liderazgo en la extrema derecha. Y tuvo la suerte de encontrarse en prisión con otros violentos tan inteligentes como él, miembros de GRAPO o ETA, que sentían la misma curiosidad por conocer y comprender al enemigo. Fuera podrían haberse matado entre ellos sin el menor asomo de arrepentimiento. De hecho estuvo a punto de ocurrir en el atentado de los GRAPO contra los falangistas en Madrid. Pero en prisión las cosas se ven de otra manera.
En estos años el violento activista ultra, enemigo declarado de ETA, terminó por convivir y establecer amistad con más de veinte de los etarras más celebres de la historia criminal española; como Urrusolo Sistiaga o Idota López Riaño, <>, que incluso llegó a confiarle algunos de sus relatos literarios favoritos.
Meses de confinamiento juntos, horas y horas de confidencias compartidas, produjeron un diálogo imposible entre fascistas y terroristas que, blindado por la increíble experiencia vital de un veterano de la extrema derecha española, nos ofrece una visión única, insólita, inesperada, de la historia violenta en España. Las memorias de un ultra.

Friday, November 23, 2007

"Memorias de un Ultra" del traidor Juanma Crespo gratis ¡¡¡no lo compres!!!


Igual que hicimos con su padrino, el juntaletras Antonio Salas (o sea Gabriel Lopez) subiendo a la red sus libros, no para que los leais, sino para que no los compreis y le deis mas dinero a ese puto judio, ahora subimos el libro del gran traidor y ahora profugo de la justicia Juan Manuel Crespo (http://antonio-salas.blogspot.com/2006/11/juanma-crespo-en-busca-y-captura-por.html), a quien Salas ayudo al escaparse de la cárcel publicando su libro. Pues aqui lo teneis. Os advertimos que esta lleno de mentiras, como los de Gabriel Lopez Rodriguez, pero asi no le dareis ni un centimo mas ni a el ni a Salas. ¡¡Boicot a Antoni Salas!! ¡¡¡No compres sus libros!!!

Descubre quien es Juanma Crespo, el ultimo fichaje basura de Gabriel -Tiger88- Lopez: http://antonio-salas.blogspot.com/2006/07/antonio-salas-apoya-los-traidores-en.html